miércoles, 3 de junio de 2015

iRutina

Llego a casa. Abro la puerta. Sé que no hay nadie, todavía es pronto. Aún así digo "Hola". Dejo las llaves. Tiro la mochila y las zapatillas. Me meto en el baño. Me siento en la taza y saco el móvil. Todavía no hay nadie en casa. Miro Instagram. No soy de dar me gusta si no me gusta realmente. Vuelvo a Inicio. Miro Snapchat. Suelo tener historia para por lo menos 5 minutos. Cierro. Abro Twitter. No suele haber nada interesante. Noticia por aquí. Reflexión por allá. Si estoy estreñido me da tiempo a echar una ojeada al Facebook. Pero no me gusta mucho. Esto es la más pura rutina.

jueves, 21 de mayo de 2015

Anatomía de un cigarro mal liado - Capítulo 1

Otra de esas noches calurosas en las que Ulises no conseguía dormir. Allí estaba sentado en la terraza de su modesto piso en el centro de Salamanca. Los pocos coches que pasaban por delante de su casa eran los que animaban la calle. Eso, y varias jóvenes con vestidos cortos y zapatos de fiesta, de esos que tienen tacones como alfileres, que vagaban perdidas en busca de la fiesta. Las dos farolas que iluminaban con luz tenue la calle creaban un ambiente tranquilo y silencioso en el que Ulises podía fumarse una caja entera de rubio. Pero esa noche no. Había buscado una cajetilla por todos los rincones de la casa y nada. Esa noche tocaba echar mano de un puro habano que guardaba para "un momento especial" en cajón de la nevera, junto a los huevos. Siempre detestaba las bodas, decía algo así como que si su hija se casaba, él no iba a dar un duro.
Ulises Querol era un viejo gruñón y asquerosamente tacaño. Desde que se jubiló, hacía un año, parecía no importarle su apariencia. Su mostacho definido pasó a ser parte de una barba de dos semanas, quizá tres. En los pocos pasos que daba hasta el bar de enfrente, algún chavalillo le había confundido con Papá Noel. Consumía sus mañanas bebiendo en el bar Ribera. Entrar en esa tasca, era como transportarse cincuenta años en el tiempo a la España profunda. Allí se juntaban a jugar a las cartas, a tomar café o a empinar el codo. En casa de Ulises no había ni un solo metro cuadrado sin nada tirado. Se asemejaba más a un piso de universitario soltero que al de un jubilado setentón. Pero Ulises ya no tenía cuidado de nada. No desde que su mujer se fue.
El habano se iba consumiendo. El viejo miró su reloj de muñeca y se dio diez minutos más antes de irse a acostar.

martes, 19 de mayo de 2015

El séptimo sentido

La mayoría de la gente afirma que sólo existen cinco sentidos en el ser humano. Otros meten uno más, diciendo que son en total seis. Yo, para no confundirme, he decidido empezar por el séptimo. ¿Y cuál es este séptimo sentido?
Es la capacidad que tienen algunas personas para saber dónde estar y cuándo estar en el lugar y momento preciso. O mejor dicho, la de saber cuándo tienes que salirte de una conversación o marcharte. Porque hay gente que no sabe leer las situaciones.
Y sí, tres son multitud. Pero dos a veces también lo son.
Esos momentos en los que te apetece interiorizar, meditar, pensar en tus cosas o, simplemente echarte una cabezadita y se acerca el típico amigo pesado a molestar. Típico, porque el que de verdad vale es el que se acerca y habla contigo.
Hablo de sentido pero, quizá sería más una capacidad. Porque amigo, si no tienes este séptimo sentido, tranquilo. Sólo hay que leer la situación, y a eso se aprende.
A. 

domingo, 17 de mayo de 2015

Introducción

La ingenuidad del título no es sino un referente de lo que va a ser este espacio. Porque sí, actualmente hay muchos sitios en Internet donde poder expresarte, comunicarte, hablar. Muchas veces, sin buscar que alguien lea, vea, escuche o le interese lo que tu tratas de contarle. Lo que anhelas es ese momento de sentarte a escribir delante de una pantalla iluminada.
Y a lo mejor es sólo una idea repentina, las ganas de hacer un blog porque todo el mundo tiene uno, o el deseo instantáneo de evadirte a un mundo imaginario, paralelo y anónimo.
Porque quizás es el anonimato es lo que hace que la expresión fluya.

Dicho esto subiré una entrada cada jueves por la tarde. Empezaré con dos series: una puramente novelesca por capítulos y otra de crítica a la juventud de hoy, a los hijos del postureo.